CIUDAD DE MÉXICO — Un fin de semana en marzo de 2011, los asesinos fueron a Allende, en el estado norteño de Coahuila, a tomar venganza. Masacraron a 26 personas en dos dĂas, incluyendo a mujeres y niños, por una disputa entre los lĂderes del temido cartel de los Zetas.
En los meses siguientes, más personas fueron asesinadas en Allende; al final, sumaron 42 personas muertas. Pero no pasĂł nada: no hubo investigaciones ni reclamos y ningĂşn funcionario prometiĂł que no descansarĂa hasta que los culpables encararan la justicia, de acuerdo con el informe “En el desamparo”, que se presentĂł el domingo por el escritor, periodista y defensor de derechos humanos, Sergio Aguayo.
Tres años despuĂ©s, cuando la informaciĂłn comenzĂł a salir en medios de comunicaciĂłn, el gobierno estatal comenzĂł a investigar y apareciĂł en Allende, segĂşn el informe, que fue encargado por la ComisiĂłn Ejecutiva de AtenciĂłn a VĂctimas, una organizaciĂłn auspiciada por el Estado.
Aguayo y otros investigadores del Colegio de MĂ©xico describieron, con detalles fácticos, cĂłmo los Zetas entraron a las rancherĂas cercanas a la frontera con Texas y sobornaron a las autoridades para establecer control.
La acusaciĂłn central del informe es la incapacidad de todos los niveles de gobierno, desde la policĂa local hasta la ProcuradurĂa General de la RepĂşblica, para investigar esta masacre y reconocer los derechos de las vĂctimas y sus familias de obtener una rendiciĂłn de cuentas completa de lo sucedido.
Asimismo, Aguayo cuestionĂł cuál fue la participaciĂłn de Estados Unidos en dicho caso. Dos de los lĂderes de los Zetas en el territorio están bajo custodia en Estados Unidos, donde son testigos protegidos de la agencia antidrogas estadounidense (DEA).
“La opacidad de Estados Unidos obstaculiza el acercamiento a la verdad”, escribiĂł Aguayo. “Ellos preservan informaciĂłn importante para entender lo que pasa en MĂ©xico”.
“En el desamparo” tambiĂ©n estudia la masacre de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, que sucediĂł en 2010 y que recibiĂł más atenciĂłn.
En Allende, “las autoridades municipales eran, en el mejor de los casos, figuras decorativas”, se lee en el informe. Quien fuera presidente municipal en 2011 dijo que se enterĂł de la masacre por “comentarios aislados” y que nunca recibiĂł requerimiento oficial alguno.
FUENTE:http://www.nytimes.com/