Era una imagen discordante: un grupo de monjes budistas, con sus cabezas rapadas y sus tĂşnicas anaranjadas, se encontraba sentado en los asientos de cuero de un jet ejecutivo y se pasaban accesorios de lujo entre sĂ.
El video del monje, que se ha identificado con el nombre que usaba antes de su ordenación religiosa, Wirapol Sukphol, se volvió viral después de que se publicara en YouTube en 2013.
Una investigaciĂłn del Departamento de Investigaciones Especiales de Tailandia, una unidad del Ministerio de Justicia de la naciĂłn asiática, descubriĂł un estilo de vida de lo que parecĂa ser una decadencia alucinante.
Las autoridades rastrearon al menos US$6 millones en diez cuentas bancarias y la compra de 22 automĂłviles Mercedes Benz.
Wirapol habĂa construido una mansiĂłn en el sur de California, era dueño de una casa grande en su ciudad natal, Ubon Ratchathani, y tambiĂ©n habĂa hecho una rĂ©plica gigante de la famosa estatua del Buda de Esmeralda que se encuentra en el palacio real de Bangkok.

Wirapol asegurĂł que la estatua fue hecha con nueve toneladas de oro, lo cual, arrojĂł la investigaciĂłn, resultĂł ser falso.
HabĂa evidencia, indicĂł el Departamento de Investigaciones, de que habĂa sostenido relaciones sexuales con varias mujeres.
Una de ellas denunciĂł que Ă©l era el padre del hijo que ella tuvo cuando tenĂa 15 años.
De acuerdo con las autoridades, las muestras de ADN respaldan su versiĂłn.
Wirapol huyó hacia Estados Unidos y pasaron cuatro años para que las autoridades tailandesas aseguraran su extradición.
El monje ha negado los cargos de fraude, lavado de dinero y violaciĂłn que se le imputan.
Monjes en malos pasos
Lo que muchos se preguntan es cómo un monje tan joven (no alcanzaba los 30 años cuando hizo lo que las autoridades le acusan) pudo llegar a tener tanta influencia.

¿CĂłmo se le permitiĂł comportarse de una manera que claramente violaba el patimokkha (los 227 preceptos de vida que deben seguir los monjes)?
Se supone que los monjes no deben tocar el dinero y las relaciones sexuales están estrictamente prohibidas.
Pero lo que es cierto es que no es la primera vez que se conocen casos de monjes que se portan mal en Tailandia.
Las tentaciones de la vida moderna han arrastrado a algunos a obtener riquezas indecorosas, a otros los ha llevado a consumir drogas, a bailar, a tener relaciones sexuales con hombres, mujeres, niñas y niños.
TambiĂ©n hay templos que han atraĂdo grandes cantidades de seguidores que son muy devotos, gracias a la labor de monjes carismáticos y abades, de los que se dice que tienen poderes sobrenaturales.
Ellos han conseguido capitalizar dos aspectos de la vida moderna tailandesa: primero, el anhelo por un socorro espiritual entre quienes viven en las urbes. Son ciudadanos que ya no tienen una relaciĂłn cercana con el concepto del templo tradicional del interior del paĂs.
Y el segundo aspecto es una creencia de que al donar con generosidad a templos poderosos se obtendrá éxito y más riqueza material.
Parece ser que Wirapol aprovechĂł esta tendencia.
Voz suave
LlegĂł a la provincia de Sisaket, una regiĂłn pobre del noreste del paĂs, a inicios de la dĂ©cada de 2000.

AllĂ estableciĂł un monasterio en una tierra que habĂa sido donada en el pueblo de Ban Yang.
Pero de acuerdo con Ittipol Nontha, uno de los lĂderes del gobierno local, poca gente fue a ese templo porque eran muy pobres para ofrecer el tipo de donaciones que Wirapol esperaba.
El monje comenzĂł a celebrar ceremonias llamativas, indicĂł Nontha. TambiĂ©n vendĂa amuletos y construyĂł su rĂ©plica del Buda de Esmeralda para atraer a los devotos más ricos de otras partes del paĂs.
Estos seguidores han dicho que quedaron cautivados por la voz suave y cálida de Wirapol y por sus afirmaciones de que tenĂa poderes especiales como por ejemplo la capacidad de caminar sobre el agua yhablar con deidades.
Wirapol también les hizo generosos regalos a las personas con influencia en la provincia. Muchos de los automóviles que compró fueron regalos para monjes y oficiales en posiciones importantes.
Incluso hoy en dĂa, todavĂa tiene seguidores que aseguran que es un hombre de buen corazĂłn y que tiene el derecho a disfrutar los lujos que le fueron donados.
Escándalos
Tras una serie de escándalos, los tailandeses hablan más abiertamente sobre lo que catalogan como una crisis del budismo en su paĂs.

El nĂşmero de ordenaciones de monjes ha caĂdo abruptamente en los Ăşltimos años y varios templos pequeños no han podido autofinanciarse.
El organismo que se supone debe gobernar el clérigo budista es el Consejo Supremo Sangha, el cual está formado por un grupo de monjes muy viejos y hasta este año y por más de una década, no tuvo un Patriarca Supremo.
Ese cuerpo ha demostrado ser ineficiente para cumplir su funciĂłn.
Se supone que la Oficina Nacional de Budismo regula la religión, pero también se ha visto plagada por problemas de liderazgo y denuncias de irregularidades financieras.
Hoy en dĂa la gente, especialmente los ricos, piensa que el buen karma es lanzar dinero a los templos. Tienen fe, pero no piensan
El gobierno ha introducido una ley que le exige a los templos que acumulen desde US$3.000 millones en donaciones anuales a publicar sus registros financieros.
TambiĂ©n se está hablando sobre la puesta en vigencia de una tarjeta de identidad digital para los monjes, lo cual garantizarĂa que quienes incurran en actos indebidos no puedan volver a ser ordenados.
Entre vertientes
Los problemas morales de algunos monjes se deben, en parte, a la forma cĂłmo el budismo ha evolucionado en Tailandia.

Por 150 años han habido dos formas diferentes de budismo en el paĂs: la vertiente más austera conocida como la tradiciĂłn Thammayut, la cual es practicada en los templos de Ă©lite que son respaldados por la realeza de Bangkok.
En esta manifestaciĂłn, los monjes tienen que seguir estrictas normas para desprenderse del mundo material.
La segunda forma es una forma más relajada que se conoce como la tradición Mahanikai de las provincias, en la que los monjes son parte de la comunidad y como tal se unen a las actividades de los locales, lo cual algunas veces entra en conflicto con la patimokkhai.
En los pueblos, los templos han funcionado como escuelas o centros tradicionales de medicina y para acoger celebraciones locales.
La recomendaciĂłn para algunos monjes ha sido la de involucrarse en una gama de asuntos mundanos. De esa forma, la lĂnea entre lo que es un comportamiento aceptable y el que no lo es se ha vuelto en algunos casos borrosa.
En su contra
La otra fuente del problema es el peso que tiene la supersticiĂłn entre muchos tailandeses y la forma como la misma se ha comercializado.
Los monjes han sido usados para llevar a cabo rituales semireligiosos, como bendecir vehĂculos nuevos o casas con el objetivo de atraer la buena suerte, y no tanto como los practicantes de los 227 preceptos de la disciplina budista.

En algunos templos, por ejemplo, se venden boletas de loterĂa, lo cual para muchos es una tentaciĂłn difĂcil de resistir.
Este amor por la superstición se extiende hasta los tailandeses más adinerados, quienes son felices donando generosamente con la idea de que esto les garantizará una mayor fortuna en el futuro.
Phra Payom Kalayano, el abad de un templo en el norte de Bangkok, ha sido muy crĂtico con lo que llama la comercializaciĂłn del budismo.
Les ha pedido a los tailandeses que sean más conscientes cuando hacen donaciones.
"Hoy en dĂa la gente, especialmente los ricos, piensa que el buen karma es lanzar dinero a los templos. Tienen fe, pero no piensan. Eso no es practicar de forma inteligente el karma bueno. Eso es sĂłlo fe ciega".
"Al mismo tiempo, algunos monjes son estĂşpidos. Ellos nos saben cĂłmo usar las donaciones que reciben. En lugar de manejar el dinero para construir karma y prestigio para el templo, los monjes terminan construyendo casos criminales contra sĂ mismos", dice.
Antes de la llegada de la era de la globalización y las distracciones consumistas que la misma trajo consigo, era más fácil dedicarse a una vida monástica que desautorizaba todos los placeres materiales.
Pero es más difĂcil ahora insistir en que los monjes deban renunciar a las comodidades tecnolĂłgicas como los telĂ©fonos inteligentes y los viajes en aviones.
Es incluso más duro definir cuál es el rol que los monjes deberĂan asumir en la Tailandia del siglo XXI, más allá de ofrecer servicios como amuletos o bendiciones de la buena suerte, lo cual fácilmente puede terminar en negocios para hacer dinero.
fuente .bbc.com/