El asesinato de Virgilio Martínez Reyna y su esposa embarazada no sólo fue el primer crimen político de la dictadura de Trujillo sino un acto terrorífico ejecutado con crueldad y saña estremecedora que sacudió la nación por tratarse de un hombre enfermo, retirado ya de la actividad política a pesar de su indiscutible liderazgo y gran carisma.