CARACAS – La decisiĂłn tomada por varios tribunales venezolanos el jueves de anular la recolecciĂłn de 1 por ciento de las firmas para activar un referĂ©ndum revocatorio deja en el limbo la posibilidad de remover al presidente Nicolás Maduro por la vĂa constitucional, pacĂfica y electoral. De manera poco sorpresiva, el Consejo Nacional Electoral usĂł la medida como como escalĂłn para anunciar, horas más tarde, la suspensiĂłn de la recolecciĂłn de más firmas la semana entrante, poniendo en suspenso la realizaciĂłn del referĂ©ndum.
Esta trama judicial, anunciada casi en forma simultánea, tiene visos de ilegalidad y no podrĂa explicarse sin tener en cuenta la fĂ©rrea concentraciĂłn de poderes que el chavismo detenta en Venezuela, desde el año 2005.
El abogado constitucionalista Gustavo Linares Benzo aclarĂł que el artĂculo 35 del CĂłdigo Orgánico Procesal Penal “establece claramente que ningĂşn juez penal podrá anular actos administrativos”, en este caso la resoluciĂłn del poder electoral de dar por cumplida la recolecciĂłn del 1 por ciento de las firmas para el revocatorio.
El gobierno atrapĂł a la oposiciĂłn en un callejĂłn sin salida cercándola con el marco institucional. El camino elegido, contemplado en la ConstituciĂłn, no sĂłlo ha sido un autĂ©ntico vĂa crucis, sino que no ha conducido a ninguna parte y ahora el gobierno le ha dado una patada a la mesa. Las opciones que quedan son tan dilemáticas como cruciales.
Venezuela vive un punto de quiebre. Si se confirma la tesis de que no habrá referĂ©ndum, como lo habĂan anticipado los voceros del chavismo, incluido el presidente, se cerrará la válvula de escape que hasta ahora habĂa servido para contener el descontento que más del 80 por ciento de los venezolanos manifiestan frente al colapso econĂłmico y social causado por la gestiĂłn de Maduro. Y no hay duda de que añadirle más presiĂłn a la olla que ya es la sociedad venezolana podrĂa hacerla explotar.
Desde un comienzo, los obstáculos para tratar de impedir la realizaciĂłn del referĂ©ndum revocatorio han sido la norma. Desde junio, voceros del chavismo insistĂan en que más de 600.000 firmas eran fraudulentas o defectuosas. No obstante, la cifra no afecta al 1 por ciento exigido – y ya validado por el CNE – para activar la segunda fase del referĂ©ndum.
La estrategia del chavismo consiste en hacer uso de todo el poder institucional que controla para impedir el proceso electoral. Lo ha hecho a través del Tribunal Supremo de Justicia y el CNE. Y ahora a través de la jurisdicción penal. La jugada pone en jaque a la democracia venezolana y entraña riesgos imprevisibles para el gobierno y la oposición.
La oposiciĂłn polĂtica, que habĂa cometido una serie de errores en el pasado, incluida #La Salida (una rebeliĂłn en las calles que fue brutalmente reprimida por las fuerzas policiales y militares) decidiĂł nuclearse alrededor de la propuesta que inicialmente hizo Henrique Capriles Radonski, lĂder del partido Primero Justicia, quien apostĂł por el referĂ©ndum revocatorio. Al conocer la decisiĂłn de los tribunales penales, Capriles trinĂł en Twitter: “NingĂşn Tribunal anunciado por algunos enchufados puede parar proceso electoral del pueblo”.
Los acontecimientos de ayer coronan una semana de noticias impactantes, entre otras el diferimiento para mediados de 2017 de las elecciones de gobernadores y alcaldes y la medida cautelar de casa por cárcel para Manuel Rosales, preso polĂtico y lĂder de Un Nuevo Tiempo, uno de los cuatro partidos que dominan la coaliciĂłn opositora Mesa de la Unidad Democrática. Al mismo tiempo el tribuna penal de Carabobo prohibiĂł la salida del paĂs de algunos de los principales lĂderes de oposiciĂłn, como JesĂşs Torrealba, vocero de la MUD, y Capriles Radonski.
Precisamente, el beneficio de casa por cárcel otorgado a Rosales le da crĂ©dito a la versiĂłn que venĂa circulando en medios polĂticos y que podrĂa resumirse en el siguiente quid pro quo: Rosales sale de la cárcel a cambio de que la oposiciĂłn desista del referĂ©ndum revocatorio. Lo importante de esta trama no es ni siquiera su veracidad, sino el efecto negativo que podrĂa tener en las filas opositoras, ya profundamente divididas.
El gobierno aprieta el nudo. Se arriesga a sanciones internacionales y al estallido social. La oposiciĂłn tiene ante sĂ una encrucijada. Tomar la calle o impulsar un frente que aglutine a fuerzas sociales y polĂticas (incluidos sectores descontentos del chavismo) en una batalla por la defensa de la ConstituciĂłn y del referĂ©ndum revocatorio. Será como cruzar un desierto. Será además un movimiento disuasivo, una forma de asediar al gobierno y, particularmente, una interpelaciĂłn al estamento militar, uno de los actores que, si bien ha jugado en cuadro polĂtico, lo ha hecho tras bambalinas y en un plano secundario. ¿QuĂ© papel van a cumplir los militares si la protesta de la poblaciĂłn las calles aumenta? ¿Se van a dividir, al igual que las fuerzas polĂticas del paĂs? Lo preocupante no son las respuestas a estas preguntas, sino la forma tan casual con que se habla en Venezuela de una posible guerra civil.
Con una mayorĂa electoral, pero sin poder institucional que impulse el cambio polĂtico — el TSJ declarĂł a la Asamblea Nacional en desacato —, a la oposiciĂłn no le queda otro recurso que tomar la calle. Al gobierno, sencillamente, profundizar la represiĂłn.
El poder del gobierno ha quedado al desnudo, o mejor dicho, vestido con uniforme militar. Es muy difĂcil, sino imposible, negociar con un interlocutor que controla la autoridad electoral y el tribunal supremo, pero además tiene tanques y fusiles. Construir un sĂłlido frente polĂtico para presionar al gobierno con protestas, huelgas y manifestaciones no es una opciĂłn inmediata.
La oposiciĂłn no ha podido convertir el descontento en acciĂłn polĂtica y la sociedad venezolana está exhausta. El asedio al gobierno desde distintos frentes, tal como ocurriĂł en Brasil o en Chile, va a tomar su tiempo. La transiciĂłn será un camino mucho más adverso que el que posibilitaba el referĂ©ndum revocatorio y costará aĂşn más sangre, sudor y lágrimas.
FUENTE:http://www.nytimes.com/