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En SFM nadie quiere escuchar el sonido de la sirena

Karle ofrece en venta alcohol, mascarillas y guantes para prevenir el virus en Villa Tapia, Hermanas Mirabal.








JUAN EDUARDO THOMAS
San Francisco de MacorĂ­s, RD


Pocas cosas entristecen más a Karle Peña Vargas que la sirena de una ambulancia estos dĂ­as. “La situaciĂłn de San Francisco de MacorĂ­s es terrible”, advierte.

Lo dice en Villa Tapia, un municipio de la vecina pro­vincia Hermanas Mirabal, donde estos dĂ­as labora ven­diendo mascarillas, guantes, alcohol y spray alcoholado.

Su historia se resume en pocas lĂ­neas. Su dolor, no: Ella trabajaba en una im­portadora de ropa como cajera en San Francisco de MacorĂ­s, con la llegada del coronavirus la empresa ce­rrĂł y la mandĂł a la calle. Desde entonces su vida dio un vuelco.

Tiene un niño de cinco años y vive con su abuela, ella lo cuida mientras Karle sale a trabajar en medio de la pandemia, porque de al­go tienen que vivir. “Primero me buscaron para vender pi­Ă±as pero yo no estaba en eso, se coge mucha lucha. Hay que pelarla a veces y no… entonces me pusieron aquĂ­ vendiendo esto”.

Quien la puso es un com­pañero suyo de la importa­dora, que entre una cosa y otra consigue los productos para venderlos y tener cier­tos ingresos hasta que todo regrese a la anterior norma­lidad.

Karle está en el islote que divide la calle principal de Villa Tapia, la que lleva has­ta Salcedo, cabecera de una provincia que ya va marcan­do la presencia del virus en sus calles y en los boletines de Salud: 145 casos acumu­lados, 11 muertos y una tasa de positividad a las pruebas de 43.8%.

Cuando se llega a ese Sal­cedo del que hablamos la bienvenida no puede ser más triste: Charles “Cana­an, diputado”, reza una va­lla enorme tintada con ama­rillo y morado y el rostro de un hombre joven que son­rĂ­e. Ese hombre muriĂł por coronavirus hace unas se­manas y su presencia sigue en cada esquina del pueblo por la aplastante propagan­da de promociĂłn que habĂ­a montado: una pared frente al hospital provincial Pasca­cio Toribio, un cartelĂłn enor­me a la salida hacia Tenares y el dolor en voz de su primo hermano, Luis RenĂ©, senador de la provincia.

“AquĂ­ tuvimos dos muer­tes que nos conmovieron”, va contando el senador. “La de Charles y la de Antonio Var­gas, ordenador de los fondos europeos”.

Y se anima a contar la his­toria casi como afortunado por esas decisiones que el ser humano toma y que muchas veces no se entienden aun pa­sado el tiempo. El dĂ­a de las elecciones municipales, 15 de marzo, evento que el senador Canaán señala como el de la propagaciĂłn de la enferme­dad, ellos tres, y otros dirigen­tes


del Partido de la Libera­ciĂłn Dominicana, estuvieron juntos en un centro de cĂłm­putos esperando los resulta­dos electorales.

“Yo cuando vi que los resul­tados no estaban favorecien­do a una de mis candidatas dejĂ© eso y me fui a mi casa co­mo a las nueve y media de la noche”, relata. “Ellos se que­daron como hasta las tres de la madrugada en el centro, que es una oficina pequeñita”.

El senador piensa que, qui­zá, si se hubiese quedado con ellos todas esas horas hubiera terminado contagiado de CO­VID-19.

“Eso le dio como a seis di­rigentes, le dio a la alcaldesa que ya se recuperĂł, y nosotros creemos que vino por ahĂ­, por esa noche”, explica.

Hermanas Mirabal tie­ne una ubicaciĂłn geográfica comprometida en medio de esta pandemia: hace frontera con las provincias Duarte, La Vega y Espaillat. Esas tres de­marcaciones han registrado focos recientes del COVID-19. Por ejemplo, los duartenses tienen 557 personas diagnos­ticadas, y una fama (equivo­cada) en el paĂ­s de que casi to­dos sus habitantes tienen el virus; Espaillat acumula 162 casos y La Vega, 414.

Parte importante de su vi­da diaria depende del inter­cambio con estas provincias, explica el senador, al asegurar tambiĂ©n que aunque no pue­den decir que las cosas están del todo controladas ya se ad­mite muchĂ­simo avance des­de hace unas semanas por la integraciĂłn del sector privado y el haber conseguido mayo­res niveles de pruebas, tanto rápidas como PCR.

Pero en San Francisco de MacorĂ­s, la tierra donde vive Karle Peña Vargas, la actitud contra el COVID es otra. “La situaciĂłn en San Francisco de MacorĂ­s es grave”, insiste. “A cada momento escuchas una ambulancia que se lleva a un vecino. Y conoces a mucha gente que le ha dado, o que le dio a un pariente y te cuenta los sĂ­ntomas que tuvo”, dice.

Ahora mismo esos gel co­mo “manitas limpias” que vende, los spray alcoholados y los guantes han sido en al­gunos dĂ­as hasta más deman­dados que el mismo arroz o el cacao por el que su provincia es conocida en el paĂ­s.

“Hoy no tanto, pero a co­mienzos de la semana eso era todo el mundo comprándolo aquĂ­ en Villa Tapia”, dijo.

Lo ideal para ella hubiera sido vender los productos en el mismo San Francisco de MacorĂ­s, asĂ­ se evitarĂ­a la car­ga de trasladarse de pueblo. El problema es que en cada esquina de “MacorĂ­s” (exage­ra) aparecen uno y dos ven­dedores.

No es tanto como que en todas las esquinas, como lo di­ce Karle, pero sĂ­ es cierto que entrar a San Francisco de Ma­corĂ­s es chocarse con que los tradicionales vendedores am­bulantes de los semáforos del paĂ­s han cambiado los choco­lates y perritos de juguete, las maquinitas de hacer pompas de jabĂłn por alcohol, mascari­llas y guantes desechables.

Y aun asĂ­ no todos los tran­seĂşntes los usan.

“La gente en las calles lo es­tá haciendo mal pero yo los entiendo, tenemos un pue­blo con un nivel de educaciĂłn muy bajo”, justifica RamĂłn Alejo Cruz, quien se presenta como “Padre Moncho”, un hi­jo de esta provincia que lidera los esfuerzos de la comunidad por conseguir mayor respues­ta gubernamental.

El padre remata: “Toda­vĂ­a tĂş te encuentras con gen­te que dice que eso es mentira (el coronavirus), que es cuen­to. Pero yo me acuerdo cuan­do era niño que mataron a Trujillo que aun 15 despuĂ©s habĂ­a personas que decĂ­an que no lo habĂ­an ajusticiado. Es un pueblo que va arras­trando un problema de falta de educaciĂłn de lo cual ellos no son culpables, es el siste­ma, pero no, el pueblo no está aportando como deber ser”.

Su advertencia es aĂşn más fuerte: “Si el Gobierno no se pone fuerte esto nos pasará este año y otro más”.
fuente listindiario.com

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