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El juego de la muerte

Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni

El juego de la muerte


Peligroso. Cada dĂ­a miles de personas ponen en riesgo sus vidas cuando esperan las unidades de buses sobre las calles, porque las bahĂ­as han sido tomadas por el comercio informal

Por Manuel Bejarano | PaĂ­s

El juego de la muerte
La bahía de buses de la UCA es una de las que más pasajeros reúne.

Mientras los negocios informales se comen poco a poco las paradas del transporte urbano colectivo de Managua, los usuarios se ven obligados a exponer sus vidas cada vez que esperan sobre la calle las unidades de buses que se estacionan en las 1,300 bahĂ­as registradas oficialmente.

En Managua cada dĂ­a unas 850,000 personas usan las 835 unidades que recorren toda la ciudad y utilizan las bahĂ­as.
El arquitecto Uriel Cardoza, docente de planta de la Universidad Nacional de Ingeniería, UNI, explicó que las bahías fueron diseñadas únicamente para bajar y subir pasajeros del Transporte Urbano Colectivo, TUC.
Pero la situaciĂłn ha empeorado en las paradas de buses, porque además se han sumado los vendedores de pasaje con tarjetas TUC, los llamados “peseros” (personas que buscan clientes a los microbuses interlocales a cambio de dinero), taxis y microbuses interlocales que se detienen a subir pasajeros, entre otros.
“Las bahĂ­as no están diseñadas ni para ser zonas comerciales, ni para abordar taxis, Ăşnicamente para el transporte urbano colectivo, por lo que creo que el problema no es la bahĂ­a en sĂ­”, afirmĂł Cardoza.
ADAPTACIÓN
La arquitecta Heimdall Hernández, quien también opinó que las paradas no son aptas para el comercio, explicó que por la falta de empleos y mejores condiciones económicas esos espacios se han convertido en un medio de subsistencia.
“Yo no estoy en contra de eso, pero no es la ubicaciĂłn ideal. PodrĂ­a ser que por el sincretismo de Nicaragua deberĂ­an convivir esos dos usos en las paradas (el espacio de los usuarios y establecimientos para comercio), pero se tienen que rediseñar, para adaptarse a esa realidad cultural”, propuso Hernández.
Mientras tanto, el reglamento de la Ley General de Transporte Terrestre prohĂ­be a los taxis “subir o bajar pasajeros en las paradas o bahĂ­as de los autobuses del transporte intramunicipal e intermunicipal”, lo que sĂ­ pueden hacer a doscientos metros de distancia.
Hernández también recomendó rediseñar las bahías para que se adapten a la cantidad de buses que se estacionan en ellas, ya que muchas veces suelen detenerse a subir pasajeros en la vía y obstaculizan el pase de los vehículos livianos.
POCA CAPACIDAD
“Las bahĂ­as fueron diseñadas solo para que dos buses se estacionen, pero en la actualidad hay entre cuatro y cinco rutas que las usan a la misma vez”, afirmĂł Hernández, por lo que ve prioritario ordenar todo el sistema de transporte.
Por su parte, el arquitecto Francisco Mendoza, docente del Programa de Estudios Ambientales, Urbanos y Territoriales, Peaut, afirmĂł que “no hay suficientes espacios para que los buses transiten correctamente y usen las bahĂ­as”.
“No entran a las bahĂ­as porque es un atraso o no hay espacios”, asegurĂł.
Mendoza ejemplificó que la avenida Juan Pablo II, que empieza en el Siete Sur, pasa por la Universidad Centroamericana, UCA, y concluye en Carretera Norte, debería tener un tercio más de ancho.
“Lo que significa ampliarla a ambos lados para que el sistema funcione mejor”, precisĂł el experto.
Mendoza fue categórico al afirmar que el problema de las bahías no se resolverá si no se hace un rediseño de forma integral.
“Como un sistema vial, donde están los carriles vehiculares, los corredores para los buses, sus bahĂ­as (con las dimensiones necesarias), donde alcancen tres o cuatro buses… Lo que se está haciendo es paliativo y no está resolviendo los problemas viales de la ciudad y las consecuencias son los accidentes”, sostuvo.
LOS RIESGOS
Usuarios del transporte consultados por El Nuevo Diario afirmaron que hay un riesgo latente de que cualquier persona sea atropellada mientras espera en la propia bahĂ­a a que llegue el bus.
“Tenemos pocas facilidades de ubicarnos en las paradas y corre peligro la vida de los usuarios, ya que tienen que salirse (a la bahĂ­a) a esperar porque las paradas están ocupadas por los tramos que la poblaciĂłn utiliza como un medio de sobrevivencia”, opinĂł Kenia DĂ­az, estudiante de sicologĂ­a de la Universidad EvangĂ©lica NicaragĂĽense.
Por su parte, Jairo Arce, trabajador de una financiera, expresĂł que las paradas “deben ser para los usuarios del transporte y no para los vendedores”.
“Los vendedores aquĂ­ lo dejan afuera a uno, buscando que nos lleven los buses. Es un completo desorden y aquĂ­ hay que poner orden”, lamentĂł.

"Me gustaría que el Gobierno pusiera un poco de énfasis en este problema, porque es importante para asegurar la vida de la población".
Kenia DĂ­az, estudiante.

"La gente está afuera, en la calle, y no es correcto eso, porque puede ocasionar accidentes".
Jairo Arce, trabajador de una financiera.

1300 bahĂ­as de buses hay en Managua, segĂşn el Instituto Regulador del Transporte del Municipio de Managua.


LAS DIMENSIONES IDEALES
Medidas • El arquitecto Uriel Cardoza explicĂł que el espacio mĂ­nimo de una parada de buses deberĂ­a ser de tres metros, fuera del tamaño de la bahĂ­a, la cual debe tener las dimensiones suficientes para los buses.
Las bahías además deberían tener un espacio donde los buses bajen la velocidad, antes de estacionarse, recomendó el arquitecto.
Además, deberían tener bien calculado el espacio de cada unidad y estar debidamente señalizado el lugar de cada ruta.
Pensar en usuarios
Asimismo, el reglamento de la Ley General de Transporte Terrestre manda que “todas las terminales o paradas intermedias del servicio de transporte terrestre colectivo de pasajeros estĂ©n provistas de un andĂ©n de piso al vehĂ­culo o medio de transporte para facilitar el acceso de las personas con discapacidad”.
La arquitecta Ana Francis Ortiz, coordinadora de Investigación y Desarrollo de la Facultad de Arquitectura de la UNI, dice que hay que aplicar normativas de diseño urbano en las paradas de buses, que establecen rangos de espacios, altura, rampas de acceso, entre otros aspectos.
“Hay que pensar en la diversidad de usuarios, que incluye a las personas con discapacidad, que se mueven en sillas de ruedas o con otros medios de apoyo como el bastĂłn blanco”, explicĂł Oviedo.
ReconversiĂłn
“La normativa contempla la altura de las cunetas, las rampas para el acceso, áreas especĂ­ficas para las personas que están en sillas de ruedas, por ejemplo; señales impresas en alto relieve y en braille (un sistema de lectura y escritura táctil para ciegos), para personas no videntes, y de ser posible deberĂ­a haber señales auditivas”, explicĂł.
Para ello se requerirĂ­a una reconversiĂłn de las actuales paradas de buses y pensar tambiĂ©n en todo el sistema de “peatonalizaciĂłn” de la ciudad, recomendĂł Oviedo.
 fuente: elnuevodiario.com.ni

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