Si 20 años no es nada como cantĂł Gardel, cuatro años es mucho menos, pasan volando. La mayorĂa necesaria para ganar elecciones no se forja de la noche a la mañana.
El PRM es beneficiario de un segmento importante de la base electoral del PRD, comenzó con buen pie; pero si no la cultiva, ni la organiza, ni la prepara, ni la moviliza, esos votantes se dispersarán.
A eso apuesta el PLD, y tambiĂ©n, todos los partidos de “oposiciĂłn” que ahora se sientan en la mesa con el PRM. He escrito oposiciĂłn entre comillas, porque la mayorĂa de los partidos que forman la alianza opositora con el PRM son ex aliados del PLD. Salieron de esa coaliciĂłn por disputas con la corriente de Danilo Medina. O sea que, si volviera Leonel Fernández al poder, muchos de esos pequeños partidos probablemente volverĂan a la alianza peledeĂsta (la FNP, el PUN, el PQDC, la APD, y lo que queda del PRSC).
Para el PRM la historia es distinta. Sus posibilidades electorales y la vigencia de sus dirigentes y activistas dependen de poder reagrupar un segmento amplio del perredeĂsmo y atraer nuevos votantes.
Es un gran desafĂo, y despuĂ©s de las elecciones de mayo, el PRM ha fracasado en por lo menos tres campos para alcanzar ese objetivo.
Primero, el PRM no ha logrado proyectar una imagen de partido unificado. Los directivos pueden ser voceros, pero Luis Abinader e HipĂłlito MejĂa tienen que ir marcando al unĂsono el curso de la organizaciĂłn. Si cada uno va por su lado, o se ignoran, o se enfrentan, el PRM no puede avanzar. Ellos son las cabezas principales de la organizaciĂłn y tienen que ir, en conjunto, estableciendo el rumbo. Agrava la situaciĂłn que ambos tienen aspiraciones presidenciales y no hay instancia de direcciĂłn real para dirimir las tensiones que surjan entre ellos. Mientras siga ese impase, el PRM estará empantanado.
Segundo, el PRM no ha seguido una lĂnea clara y contundente de oposiciĂłn al gobierno. No es suficiente hacer declaraciones periodĂsticas en ruedas de prensa. El PRM tiene una representaciĂłn en el Congreso para hacer oposiciĂłn como bloque, y que la poblaciĂłn comprenda lo que hacen para, a partir de ahĂ, generar adeptos. La crĂtica de la diputada Faride Raful al prĂ©stamo para Punta Catalina fue una acciĂłn valiente de ella más que la expresiĂłn de una agenda de oposiciĂłn organizada de su bancada. Por eso un diputado peledeĂsta pudo sacar su correa, en una acciĂłn vulgar y violenta. A una mujer se siente con derecho machista de hacĂ©rselo, no asĂ hubiese sido a toda una bancada perremeĂsta articulada.
Tercero, el PRM ha estado perdiendo el tiempo en una alianza donde no ha logrado marcar el curso de la oposición, a pesar de ser el único partido con base electoral importante. Pasarse tres meses hablando de cómo conformar la Junta Central Electoral no le ha dado resultado. Al final, el PLD integró la JCE con las personas que consideró apropiadas, y no hay ninguno entre los escogidos cercano al PRM. Ojalá la nueva Junta sea buen árbitro para bien de los partidos y la democracia.
Los partidos polĂticos obtienen aliados confiables cuando son fuertes. Para el PRM construir una buena alianza polĂtico-electoral lo primero que necesita es fortalecerse. Y para eso tiene que organizar, preparar y movilizar su base electoral, e irradiar ideales genuinos. En esa tarea debe concentrarse, mientras su bancada hace oposiciĂłn en el Congreso, y sus alcaldes intentan lograr buenas gestiones.
Lo demás es bulto poco productivo para el PRM.
El PRM es beneficiario de un segmento importante de la base electoral del PRD, comenzó con buen pie; pero si no la cultiva, ni la organiza, ni la prepara, ni la moviliza, esos votantes se dispersarán.
A eso apuesta el PLD, y tambiĂ©n, todos los partidos de “oposiciĂłn” que ahora se sientan en la mesa con el PRM. He escrito oposiciĂłn entre comillas, porque la mayorĂa de los partidos que forman la alianza opositora con el PRM son ex aliados del PLD. Salieron de esa coaliciĂłn por disputas con la corriente de Danilo Medina. O sea que, si volviera Leonel Fernández al poder, muchos de esos pequeños partidos probablemente volverĂan a la alianza peledeĂsta (la FNP, el PUN, el PQDC, la APD, y lo que queda del PRSC).
Para el PRM la historia es distinta. Sus posibilidades electorales y la vigencia de sus dirigentes y activistas dependen de poder reagrupar un segmento amplio del perredeĂsmo y atraer nuevos votantes.
Es un gran desafĂo, y despuĂ©s de las elecciones de mayo, el PRM ha fracasado en por lo menos tres campos para alcanzar ese objetivo.
Primero, el PRM no ha logrado proyectar una imagen de partido unificado. Los directivos pueden ser voceros, pero Luis Abinader e HipĂłlito MejĂa tienen que ir marcando al unĂsono el curso de la organizaciĂłn. Si cada uno va por su lado, o se ignoran, o se enfrentan, el PRM no puede avanzar. Ellos son las cabezas principales de la organizaciĂłn y tienen que ir, en conjunto, estableciendo el rumbo. Agrava la situaciĂłn que ambos tienen aspiraciones presidenciales y no hay instancia de direcciĂłn real para dirimir las tensiones que surjan entre ellos. Mientras siga ese impase, el PRM estará empantanado.
Segundo, el PRM no ha seguido una lĂnea clara y contundente de oposiciĂłn al gobierno. No es suficiente hacer declaraciones periodĂsticas en ruedas de prensa. El PRM tiene una representaciĂłn en el Congreso para hacer oposiciĂłn como bloque, y que la poblaciĂłn comprenda lo que hacen para, a partir de ahĂ, generar adeptos. La crĂtica de la diputada Faride Raful al prĂ©stamo para Punta Catalina fue una acciĂłn valiente de ella más que la expresiĂłn de una agenda de oposiciĂłn organizada de su bancada. Por eso un diputado peledeĂsta pudo sacar su correa, en una acciĂłn vulgar y violenta. A una mujer se siente con derecho machista de hacĂ©rselo, no asĂ hubiese sido a toda una bancada perremeĂsta articulada.
Tercero, el PRM ha estado perdiendo el tiempo en una alianza donde no ha logrado marcar el curso de la oposición, a pesar de ser el único partido con base electoral importante. Pasarse tres meses hablando de cómo conformar la Junta Central Electoral no le ha dado resultado. Al final, el PLD integró la JCE con las personas que consideró apropiadas, y no hay ninguno entre los escogidos cercano al PRM. Ojalá la nueva Junta sea buen árbitro para bien de los partidos y la democracia.
Los partidos polĂticos obtienen aliados confiables cuando son fuertes. Para el PRM construir una buena alianza polĂtico-electoral lo primero que necesita es fortalecerse. Y para eso tiene que organizar, preparar y movilizar su base electoral, e irradiar ideales genuinos. En esa tarea debe concentrarse, mientras su bancada hace oposiciĂłn en el Congreso, y sus alcaldes intentan lograr buenas gestiones.
Lo demás es bulto poco productivo para el PRM.
fuente:hoy.com.do