A Emmanuel Macron se le ha acabado el liberalismo en cuanto se ha terminado la campaña electoral. Su lugar lo ha ocupado la 'grandeur'. Viva Francia. Viva el cambio. Y viva, sobre todo, la vieja polĂtica industrial.
Para demostrarlo ha elegido un astillero en quiebra que no vale ni 100 millones. Todo un ejemplo de fortaleza moral. A bote pronto, ni Donald Trump es tan proteccionista.
La empresa se llama STX France, y es la divisiĂłn francesa del gigante surcoreano STX. Cuando STX se colapsĂł, los gestores de la empresa coreana empezaron a liquidar activos. Eso incluĂa tambiĂ©n a la STX gala, donde la matriz coreana tenĂa el 66,6% del capital, y el Estado francĂ©s, el 33%. En caso de que STX entregara el control de la compañĂa a otra empresa, ParĂs tendrĂa derecho de tanteo. Es la tĂpica soluciĂłn chapucera pĂşblico-privada que tanto gusta a nuestros vecinos del Norte, un paĂs capaz de declarar la industria láctea un sector estratĂ©gico para que la estadounidense PepsiCo no compre Danone.
AsĂ fue como en abril el astillero italiano Fincantieri, que a su vez está controlado por el banco pĂşblico de ese paĂs CDP, acordĂł pagar 79,5 millones de euros por el 66% de los coreanos. Para evitar que el Estado francĂ©s (que, no lo olvidemos, tiene el 33% del capital de STX) ejerciera su derecho de tanteo, Fincantieri decidiĂł vender parte del astillero a la empresa de defensa estatal francesa de defensa DCNS y a la FundaciĂłn CRTrieste, muy cercana, a su vez, a otro banco italiano. AsĂ, el astillero italiano se quedaba con el 48% del capital.
En la práctica, el tinglado consistĂa en dividir el astillero entre los Estados francĂ©s e italiano. Y eso es lo que no le gusta a Macron. No es que no le guste porque estĂ©n los Estados involucrados, como se le supone a un buen liberal. Todo lo contrario. No le gusta porque va a ser el Estado italiano -no el francĂ©s- el que mande. ParĂs cree que FundaciĂłn CRTrieste va a apoyar a Fincantieri. AsĂ, esa empresa se hará, indirectamente, con el 54% del capital. Y, se preguntará el lector, ¿quĂ© más da?
Pues todo depende de las paranoias de cada uno. Macron teme que Fincantieri traslade contratos de Saint Nazaire a Trieste, y tecnologĂa y know how a China, con quien tiene un acuerdo de colaboraciĂłn. AsĂ que el flamante (y liberal) presidente francĂ©s ya ha anunciado que quiere revisar la venta.
SegĂşn 'Le Monde', Macron quiere obligar a la FundaciĂłn CRTrieste a vender su participaciĂłn a la naviera estadounidense Royal Caribbean, y a la italiana MSC. Es una soluciĂłn chapucera para un problema inexistente.
Solución chapucera porque, cuando los clientes adquieren un porcentaje del capital en su proveedor, lo hacen con la intención de obtener ventajas, sean éstas precios más bajos, mejores condiciones, o prioridad en los pedidos. Y su poder suele ir más allá del porcentaje de su participación. Por no hablar de que MSC, aunque tiene su domicilio fiscal en Suiza, es italiana.
Y problema inexistente porque estamos hablando de un astillero, no de un gigante industrial como Alstom o Arcelor, cuyas compras por extranjeros tambiĂ©n provocaron lipotimias en ParĂs. Cuando un jefe de Estado está dispuesto a hacer semejante 'mricomanagement' de la economĂa, ya puede prometer lo que quiera de acabar con el viejo orden econĂłmico que es difĂcil creerle.
Todo ello por no hablar del bochornoso lugar en el que todo este culebrĂłn deja a la teĂłricamente unida Europa, que no es capaz ni de acordar la fusiĂłn de dos constructores navales. Macron ha empezado con buen pie: como Trump, pero con mejor traje.
fuente elmundo.es