A sus 42 años y 300 casos ganados, incluido uno contra Ikea, Veseltnitskaya es una alfil de Moscú en la torre Trump.
Al poco de reunirse con Donald jĂşnior, el entonces candidato a presidente dijo que tenĂa municiĂłn contra Hillary Clinton
Sus contactos tienen mucho que ver: estuvo casada con el viceministro de Transporte de MoscĂş
Para que Natalia Veseltnitskaya se sentase una tarde de junio del año pasado en el despacho del hijo de Donald Trump hizo falta una burbuja inmobiliaria en MoscĂş, un abogado muerto a palos en una prisiĂłn rusa, que decenas de huĂ©rfanos se quedasen sin padres adoptivos y que el actual presidente de EEUU saliese en un vĂdeo musical del hijo de un oligarca ruso. La letrada que hoy copa las portadas de los diarios de todo el mundo se graduĂł en 1998 en la Academia JurĂdica Estatal de MoscĂş, y despuĂ©s de trabajar durante tres años en la oficina del fiscal estatal fundĂł Camerton Consulting. Para entonces ya sabĂa que en la Rusia de Putin todo es posible.
Las tierras de pasto que rodean Moscú siempre han dado poco fruto a los que las trabajan. Pero el crecimiento económico que logró encarrilar el presidente ruso, Vladimir Putin, durante la década pasada disparó su valor y decenas de burócratas bien conectados se lanzaron al abordaje legal. En esos pleitos la leyenda de Veseltnitskaya evoca a la de una Juana de Arco rusa capaz de luchar por unos pocos para salvar a muchos más. Es una apisonadora para algunos. Una gran profesional del derecho para muchos más.
A sus 42 años ha ganado más de 300 casos y sabe infundir miedo a sus demandados en los pasillos de los juzgados. "Se ha enfrentado a Ikea por la propiedad de unos terrenos, está en el ojo del huracán", dice Ekaterina, que trabaja en una firma de abogados y teme dar su apellido. "Los años de la mafia rusa han pasado, pero en casos como el de Ikea siguen existiendo guerras polĂticas sin extinguir y lo puedes perder todo", explica un destacado hombre de negocios en la capital rusa. Esas tinieblas legales auparon a la correosa Natalia, cuya frase favorita es "nunca supliques nada a nadie".
Dicen que ante el tribunal interpreta su papel como una soprano, ajustando el timbre de voz, dramatizando cada gesto, dejando las manos volar en las argumentaciones. Si además de todo esto tiene unas cuantas conexiones con la élite, el éxito está al alcance. Veseltnitskaya estuvo casada con el viceministro de Transporte de la región de Moscú Alexander Mitusov. El jefe de su entonces marido era Peter Katsyv, hoy un oligarca que ha usado sus contactos para hacerse con valiosos terrenos donde se dejó de sembrar patatas para plantar ingentes centros comerciales.
Años despuĂ©s Veseltnitskaya salvarĂa al hijo de Katsyv Denis de las garras de la justicia norteamericana, que pretendĂa procesarlo por blanquear dinero en Manhattan. Y el negocio de los centros comerciales condujo a ambos ante Aras Agalarov, uno de los oligarcas más importantes del paĂs gracias a la explosiĂłn del shopping. Agalarov es en cierto modo un Trump a la rusa: vividores, amigos del show business y de los pelotazos inmobiliarios. Sus caminos tenĂan que cruzarse.
AhĂ comienza la segunda vida de esta abogada de los suburbios, una guerrera legal que vio convertidos en oro los lodazales de la carretera por la que iba hasta su trabajo cada dĂa en el suburbio moscovita de Jimki. En Rusia el patriotismo puede ser una actividad muy rentable y Veseltnitskaya se convirtiĂł en una de las escuderas llamadas a defender al paĂs de los ataques de gobiernos extranjeros. AsĂ, en su trayectoria profesional ha destacado su incansable presiĂłn contra la ley Magnitski, aprobada en 2012 para sancionar a las personalidades relacionadas con la muerte en prisiĂłn del abogado SerguĂ©i Magnitski. La norma indignĂł al Kremlin, que no dudĂł en utilizar al eslabĂłn más dĂ©bil de la cadena que unĂa a Rusia y EEUU y cancelĂł las adopciones por parte de padres norteamericanos, hasta entonces una importante vĂa de salida de los nutridos orfanatos del paĂs.
Veseltnitskaya se ha presentado en EEUU como alguien que trata de desbloquear estas adopciones, pero la llave maestra de ese candado es que Washington ceda y olvide su lista negra: una victoria para MoscĂş. En una cuenta a su nombre en redes sociales hay más ataques contra los adversarios de sus clientes que menciones a los niños rusos. En Rusia la defensa de la patria con frecuencia empieza por la parte alta de la escala social: la labor de Veseltnitskaya en EEUU se ha centrado en frenar los posibles perjuicios de esta ley sobre los rusos más acaudalados. La reuniĂłn con Donald Trump jĂşnior en la Torre Trump tuvo lugar precisamente cuando la abogada habĂa viajado a NorteamĂ©rica a colaborar en la defensa de Denis Katsyv, acusado de participar en el blanqueo de los fondos procedentes de la macroestafa del caso Magnitski.
Los Katsyv "están muy conectados con el fiscal general, Yuri Chaika", desvela a Crónica William Browder, jefe del fallecido Mangnitski e impulsor de la ley del mismo nombre. Y Chaika es uno de los sospechosos de haber sido la fuente de la información que la abogada ofreció a los Trump. En cuanto a su manera de actuar, Browder la define como entrenada "a la vieja usanza rusa de tomar una posición extrema sobre cada asunto, incluso aunque esta postura radical no sirva a sus intereses a largo plazo".
Aquel caso contra Katsyv se cerrarĂa con una compensaciĂłn de unos seis millones de dĂłlares sin admisiĂłn de culpa. Gracias, casualmente, a la intervenciĂłn de Trump, que tras ganar las elecciones destituirĂa al fiscal que tenĂa acorralado a su cliente. Ella colocĂł la bandera rusa en su perfil: Rusia gana.
El sueño (anti)americano de Veseltnitskaya se acelera a la vez que la campaña de Trump. Se reĂşne con miembros del Congreso, organiza reuniones y la acusan de pasar al Gobierno facturas de hoteles de 900 euros la noche. Pero la Torre Trump es demasiado alta para escalarla y alguien le echa una mano desde Rusia. Los informes que manejaba MoscĂş desde hacĂa años sobre el empresario Trump recogen dos intereses con los que la Ă©lite rusa sabe jugar: los negocios audaces y las mujeres bonitas. AquĂ reaparece el Trump ruso: Aras Agalarov, el rey de esos centros comerciales a quien Veseltnitskaya ayudĂł. El norteamericano lo conociĂł en un hotel de Las Vegas cuando se dedicaba a organizar Miss Universo. A Agalarov, considerado prĂłximo al Kremlin, le encanta recordar el saludo del hoy presidente de EEUU.
-¡Mira quiĂ©n viene por aquĂ, el hombre más rico de Rusia!
Era 2012. Un año más tarde Trump estaba en MoscĂş para hacer negocios... y para presidir junto a Agalarov el certamen de Miss Universo. Hicieron buenas migas: "¡He conocido a la mejor familia de Rusia!". Tan Ăntima fue la relaciĂłn que el hoy presidente saliĂł en un vĂdeo musical de Emin, el hijo del oligarca, y publicitĂł su álbum en Twitter. Años más tarde, con el republicano despuntando en la campaña electoral, Emin se puso en contacto con Trump jĂşnior para decirle que una abogada del Estado ruso se podĂa reunir con Ă©l. Era Veseltnitskaya, que -como han recordado tanto ella como el Kremlin- no trabaja para el Estado. Pero era el alfil apropiado para pasar una informaciĂłn valiosa compilada por MoscĂş de la que poco se sabe... salvo que horas despuĂ©s de esa cita en junio de 2016, el candidato Trump anunciĂł que tenĂa municiĂłn sobre las fechorĂas de Hillary Clinton.
Veseltnitskaya, como buena soprano, ha saludado tirando de modestia al acabar la primera funciĂłn. Diciendo que no conoce a nadie en la Ă©lite y que en su cesta no llevaba gran cosa a la Torre Trump. ¿Era una abogada oportunista o una enviada del Kremlin? En Rusia, como se vio en la invasiĂłn de Ucrania, todo es "potencialmente hĂbrido", señala el analista Mark Galeotti: incursiones que pueden funcionar o no, pero que se pueden negar sin pillarse los dedos y que, llegado el momento, serán recompensadas por una Ă©lite que sabe quiĂ©n es el jefe.
fuente .elmundo.es