Desde su discreto imperio, tejió redes de poder e influencia. Pero también enfrentó momentos difíciles: algunos los sorteó con astucia, otros la pusieron a prueba.
Minia, impactada por circunstancias que no provocó, terminó convertida en proxeneta; su hermana, en cambio, corrió peor suerte.
El doctor Joaquín Balaguer, en Memorias de un cortesano de la era de Trujillo, dice: “Mi creencia es que el destino es obra de las circunstancias y que el hombre es hijo de esta”. ¿Cuál habría sido el destino de Minia si su padre no hubiese cedido ante el dinero y la falsa esperanza de garantizarles un futuro? Tal vez, sin saberlo, las condenó a un porvenir incierto, cuyas consecuencias también lo alcanzarían a él.
Ya en su adultez, Minia vivió tiempos de gloria. Se relacionó con políticos, artistas, empresarios, militares y visitantes extranjeros. Desde su discreto imperio, tejió redes de poder e influencia. Pero también enfrentó momentos difíciles: algunos los sorteó con astucia, otros la pusieron a prueba.
La novela presenta la historia de doña Minia, que no se detiene en su ascenso. Cada mujer que trabajó bajo su mando construye también su propia historia de esperanza y desesperanza. El autor, en las palabras liminares, se adentra en la psicología de estas mujeres, en su parte más sensible y humana, al afirmar: “Sus vidas, que a menudo parecen alegres desde el exterior, esconden matices profundos de sufrimiento, perdición y rendición”.
Narradores, personajes, tiempo y estructura
Aunque hay algunos flashbacks, la novela está narrada mayormente de forma lineal por un narrador omnisciente en tercera persona, que conoce todo lo que sucede. En algunos pasajes, aparece una segunda voz narrativa que interactúa de forma directa.
A medida que la trama principal se desarrolla, varias subtramas enriquecen la narrativa y sorprenden al lector con giros bien manejados.}
fuente:acento.com.do
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