BOGOTA. En un pequeño apartamento de ladrillo, encima de un establecimiento de loterĂas, Martha Antivar espera señales de vida de su esposo, quien languidece en un penal chino a un ocĂ©ano de distancia.
Hace cinco años, Oscar HilariĂłn, un taxista de 45 años, le dijo a su esposa y a su familia en Colombia que iba a China a un viaje de negocios con un amigo. Semanas más tarde, Antivar recibiĂł la llamada de un funcionario colombiano en el paĂs asiático informándola de la cruda realidad: HilariĂłn habĂa sido detenido por tráfico de drogas, un acto desesperado con el que cree que intentaba impedir que el banco se quedara con su casa.
El tráfico de drogas puede ser castigado hasta con la pena de muerte en China, y la familia de Hilarión -como la de otros 145 colombianos que se estima están en la misma situación- espera casi sin información el destino que correrá su ser querido. Los funcionarios de la embajada de Colombia que visitan a Hilarión cada pocos meses les pasan algunos datos esporádicos. Pero se saben pocos detalles de los cargos en su contra, incluso después de que se dicte sentencia.
La mayorĂa de los familiares de acusados de ejercer de mulas para llevar droga de Colombia a China son demasiado pobres para realizar un viaje de 17,000 kilĂłmetros (10,500 millas) para verlos o enviarles dineros. Muchos no recibieron llamadas telefĂłnicas.
En su lugar, esperan las cartas escritas sobre un simple papel blanco del penal chino.
“Mi gran amor”, empiezan siempre las cartas que HilariĂłn envĂa a su esposa.
La situaciĂłn de los reos colombianos en las prisiones chinas adquiriĂł carácter de urgencia tras la muerte la semana pasada de un compatriota acusado de traficar con casi cuatro kilos de cocaĂna a cambio de 5,000 dĂłlares. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de Ăşltima hora de Bogotá para salvar a Ismael Arciniegas, un periodista retirado de 72 años, este fue ejecutado con una inyecciĂłn letal convirtiĂ©ndose en el primer colombiano, y probablemente en el primer latinoamericano, en cumplir con la pena capital en China por un delito de drogas.
El número de ciudadanos colombianos en cárceles china pasó de apenas un puñado en 2006 a 146 este año, según el gobierno de Bogotá. Quince de ellos han sido sentenciados a muerte y otros tantos a cadena perpetua.
China es el paĂs que más ejecuciones realiza en el mundo, aunque la mayorĂa de extranjeros sometidos a este castigo procedĂan de JapĂłn, Corea del Sur y el sudeste asiático, segĂşn un informe de la prensa estatal del paĂs en 2015.
El asunto de la pena capital por delitos de drogas fue objeto de un encendido debate el año pasado en la primera sesiĂłn especial de Naciones Unidas sobre polĂtica antidroga en el mundo en casi dos dĂ©cadas. PaĂses de Europa y LatinoamĂ©rica, donde esta práctica está prohibida, se enfrentaron con gobiernos asiáticos que consideran que es una herramienta clave en la lucha contra el narcotráfico.
La mayor parte de la cocaĂna de Colombia termina en Estados Unidos y en Europa, pero una pequeña parte se trafica en China, donde aumentĂł el nivel de vida, los consumidores de drogas son más jĂłvenes y una serie de sustancias, incluida la cocaĂna, están ahora más disponibles. Un informe de la ONU de 2016 señalĂł que las incautaciones de cocaĂna en Asia se triplicaron durante la Ăşltima dĂ©cada.
Llevar cocaĂna en aviĂłn desde Colombia a China está considerado uno de los viajes más complicados para una mula, y como consecuencia está mejor recompensado, dijo Blanca HenrĂquez, profesora de Derecho en la Universidad AutĂłnoma de Colombia, que ha presentado solicitudes de repatriaciĂłn para 18 colombianos que cumplen condena en China.
Tras hablar con más de dos docenas de familia, señala la presencia de un patrĂłn: la mayorĂa de los colombianos detenidos son hombres mayores de 40 años de origen pobre. En varios casos, habĂan recibido un prĂ©stamos que no podĂan devolver y se vieron obligados a transportar drogas para organizaciones delictivas que amenazaron a sus familias.
Por un viaje suelen cobrarse unos 3,000 dĂłlares, que “para mucha gente, es mucho dinero”, señalĂł HenrĂquez.
China ejecuta a más personas que todo el resto del mundo junto y sus autoridades judiciales empezaron a abordar el problema del narcotráfico recientemente. La dura postura del paĂs con respecto a las drogas se remonta a las Guerras del Opio del siglo XIX y al inicio del “siglo de la humillaciĂłn”, durante el que los nacionalistas chinos creen que los imperialista británicos habrĂan intentado drogar a los chinos con opio para aprovecharse a nivel comercial.
“Esta es la razĂłn real por la que China es tan inflexible que ningĂşn extranjero puede introducir narcĂłticos en el paĂs bajo ninguna circunstancia”, apunta Lars Laamann, autor de “Narcotic Culture: A History of Drugs in China”.

El padre de Diana PĂ©rez tenĂa una pequeña granja en la que plantaba moras y fruta de la pasiĂłn, pero una plaga terminĂł con sus cultivos y se arruinĂł. Ella cree que tomĂł un prĂ©stamo y se vio forzado a “hacer un viaje” cuando no pudo devolver el dinero.
Luis PĂ©rez, de 57 años, se subiĂł a un aviĂłn a Shangai en 2013. Era la primera vez que salĂa de Colombia. Cuando aterrizĂł en China fue detenido y acusado de tráfico de cocaĂna. Fue condenado a muerte, pero más tarde su condena se redujo a cadena perpetua.
Cuando visitó a su padre el año pasado, Diana Pérez lo encontró en un estado delicado. Estaba encerrado con una docena de presos extranjeros más. Ninguno hablaba español por lo que se comunicaban haciendo señas con las manos. Su padre se quejó especialmente de la comida.
“Mucho picante, mucho arroz. Verduras que nosotros no conocemos como verduras sino plantas”, recordĂł.
Antivar, por su parte, espera a que su esposo sea sentenciado.
Su hija de 11 años, Nikol, lleva una pulsera roja, amarilla y azul que él le hizo. Madre e hija viajaron a China el año pasado para visitarlo, pero Nikol Hilarión dijo que no lo reconoció.
En sus cartas, Hilarión habla de las malas condiciones en la prisión, como que cada mes le entregan un rollo de papel higiénico para compartir con otro reo.
Escribe con tinta negra, con letras vacilantes que forman textos en español salpicados con las frases que ha aprendido en inglés.
“TE QUERRÉ POR SIEMPRE”, escribiĂł. “POR FAVOR NO ME OLVIDES”.
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