Por Lic. Alejandro Jerez
Espinal
En los últimos días la sociedad dominicana ha sido
testigo de dos hechos violentos que por su saña y alevosías entremesen y
cuestionan los valores y principios sobre los cuales están cimentadas las
relaciones humanas y constituyeun llamado de alerta sobre la necesidad de
reducir los niveles de intolerancia y transgresión a las normas que regulan la
buena convivencia y cohesión social, en beneficio del desarrollo humano y la
tranquilidad que debe prevalecer en toda nación civilizada.
En ambos casos, dos adolescentes en plena flor de su juventud,
unaestudiante de secundaria, con una vida gestando en su vientre y la otra
estudiante universitaria que soñaba con ser  profesional, son las víctimas de la sinrazón y
la barbarie de seres humanos vacíos, deformados y desalmados para quienes la
vida de sus semejantes, carece de respeto y valor.
Gracias a la solidaridad de las pequeñas comunidades que
les vieron nacer y desarrollarse, la cobertura de las redes sociales y medios
de comunicación y la diligente acción de los organismos de investigación del
Estado, Emely Peguero y Dioskairy Gómez, para desgracia de sus verdugos, no
pasaron como un número más, en medio de esta espiralde violencia que genera
intranquilidad, inseguridad, pesimismo, desaliento y falta de fe en el futuro.
Dolorosamente lo anterior es solo una forma de
violencia que afecta la célula fundamental de toda sociedad, la familia, cuyas
manifestacionesguardan también relación con las agresiones físicas,psicológicas
y morales en detrimento de algunos de sus miembros, las violaciones, feminicidios,
infanticidios y homicidiosmúltiples que dejan en la orfandad a los hijos.
Qué decir de la violencia que se expresa a través de
la delincuencia común, aquella que nos roba no sólo el patrimonio, sino también
la tranquilidad deestar sentados en los hogares,  parques y espacios públicos, de transitar sin
miedopor los caminos y carreteras y del crimen transnacional del narcotráfico, terrorismo,
lavado y tratas de personasque puede terminar carcomiendo la institucionalidad
y la democracia de cualquier Estado fuerte, sino se toman las medidas
preventivas y disuasorias necesarias para enfrentar ese lastre.
Tampoco están exentos de responsabilidad aquellos
empresariosque como agentes de retención reciben los impuestos y no los  reportan o entregan al organismo recaudador
del Gobierno, los que actúan como agentes corruptos o corruptores en la
contratación de obras y servicios y en sus relaciones comerciales con la
administración pública.
La violencia y el bienestar familiar son incompatibles,
no pueden tener tranquilidad, sosiego, salud física y mental los miembros de
una familia que interactúan y se relacionan con altos niveles de toxicidad,
donde la violencia y la incomprensión sean el baluarte de cada día. Una familia
violenta trasladasus hábitos y costumbres al resto de la sociedad a través de
las llamadas redes de violencia que terminan por enfermar y contaminar a todo
un País.
La violencia daña  la familia, eltejido social, la sociedad y el
Estado.  El costo de prevenirla y
enfrentar sus consecuencias es insostenible para los países con nuestro nivel
de desarrollo. Conforme a estudios realizados por el Banco Interamericano de
Desarrollo, BID, en América Latina y El Caribe el costo del crimen y la violenciapública
y privada representa en promedio cada año el 3.55 % por ciento del PIB, el
doble del promedio de los países desarrollados y el mismo total de lo que la región
invierte en infraestructura.
Como se aprecia la violencia no puede ser la regla ni
la excepción de la convivencia y relaciones humanas.  Los estados de la región están llamados a
definir estrategias funcionales para prevenirlas, pues, siempre será menos
oneroso que combatirla.
fuente CARLOS GALAN

