Lula dijo que en 2018 no pude votar “porque estaba preso, víctima de una mentira”
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el gran favorito en las encuestas, votó este domingo en Sao Bernardo do Campo, ciudad en la región metropolitana de Sao Paulo donde inició su carrera política, y manifestó que el país necesita "recuperar el derecho de ser feliz".
"El país necesita recuperar el derecho de ser feliz. Queremos un país que viva en paz, con esperanza y que crea en el futuro", declaró Lula a periodistas después de votar en una escuela pública de esa localidad, a la que llegó trece minutos después de que abrieran los colegios electorales en el país.
Lula dijo que son las elecciones "más importantes" para él, quien gobernó durante dos mandatos, entre 2003 y 2010, después de haber perdido las elecciones en 1989, 1994 y 1998.
"En 2018 no pude votar porque estaba preso, víctima de una mentira, y cuatro años después estoy votando con reconocimiento de mi total libertad y la posibilidad de volver a ser presidente de este país y que vuelva a la normalidad", agregó Lula, quien permaneció en la cárcel durante 580 días por dos condenas de corrupción, posteriormente anuladas por el Tribunal Supremo.
En su declaración a periodistas, Lula criticó la gestión durante la pandemia del actual mandatario, Jair Bolsonaro, que busca la reelección.
Lula votó acompañado de su esposa, Rosângela da Silva, conocida como "Janja", y de algunos miembros del progresista Partido de los Trabajadores (PT).
Según las últimas encuestas, dadas a conocer el sábado, Lula tiene una clara ventaja de catorce puntos porcentuales sobre Bolsonaro, y recibiría entre el 50 % y 51 % de los votos válidos proyectados por las dos empresas demoscópicas más reputadas del país.
En caso de que ninguno de los candidatos alcance más de la mitad de los votos válidos, los dos más votados tendrán que enfrentarse en una segunda vuelta prevista para el 30 de octubre.
Las elecciones de este año, las más polarizadas desde que Brasil recuperó la democracia en 1985, se han caracterizado por un clima de crispación entre Lula y Bolsonaro, una disputa que se extendió a sus seguidores, con algunos casos de ataques y muertes motivadas por discusiones políticas.
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