RĂŤO DE JANEIRO — La agonĂa que asfixia a Brasil desde el controvertido proceso que culminĂł con la salida de la presidenta Dilma Rousseff, en agosto de 2016, ha llegado a su punto más alto. El miĂ©rcoles 17 de mayo, el diario O Globo revelĂł una grabaciĂłn en la que Joesley Batista —dueño del mayor frigorĂfico del mundo, JBS—, le contĂł al presidente Michel Temer en un encuentro personal que pagaba una mensualidad al exdiputado Eduardo Cunha en la cárcel. Cunha, aliado de Temer, es el extodopoderoso presidente la Cámara de Diputados que liderĂł el proceso de destituciĂłn de Rousseff y terminĂł preso por corrupciĂłn. Desde que fue encarcelado es un hombre-bomba a punto de explotar. Si cuenta lo que sabe puede desestabilizar aĂşn más la polĂtica y la economĂa.
Es irĂłnico que el punto de inflexiĂłn en el juicio contra Rousseff tambiĂ©n haya sido la publicaciĂłn de una escucha telefĂłnica en la que ella y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva acordaban el envĂo de su designaciĂłn como ministro para que Ă©l lo usara “en caso de necesidad”. Quienes protestaban en las calles contra Dilma vieron allĂ un intento de proteger a Lula de las investigaciones en su contra y reaccionaron con furia. El partido de Temer, Partido del Movimiento Democrático Brasileño, siempre estuvo involucrado en la investigaciĂłn Lava Jato, de modo que la sorpresa ha sido más por la grabaciĂłn en audio del presidente que por la denuncia.
La crisis polĂtica de los Ăşltimos años enseñó dos cosas a los brasileños: que los polĂticos no aprenden de los errores ajenos —siguen siendo intervenidos y grabados diciendo las peores barbaridades— y que nunca sabemos si ya hemos llegado al fondo del abismo.El Partido de la Social Democracia Brasileña —principal partido de oposiciĂłn al Partido de los Trabajadores de Dilma y Lula, que hoy sirve como lĂnea de auxilio al gobierno Temer— tambiĂ©n ha sido golpeado por las revelaciones del miĂ©rcoles. Su presidente, el senador AĂ©cio Neves, fue grabado solicitando dos millones de reales al mismĂsimo Joesley Batista. En la grabaciĂłn, descaradamente, pide que la persona designada para buscar la plata sea alguien “que nosotros podamos matar antes de que delate”. La grabaciĂłn fue hecha en abril, más de dos años despuĂ©s del inicio de Lava Jato, lo que deja claro que algunos polĂticos siguen seguros de su impunidad.
Al dĂa siguiente de la publicaciĂłn del audio, en un pronunciamiento pĂşblico tras una jornada de rumores polĂticos sobre su renuncia y hasta un cierre temporal de las operaciones de la bolsa de valores para frenar su caĂda, Temer dijo que no renunciará al gobierno. Aun asĂ, miembros de su gabinete amenazaron con renunciar y el Partido Socialista de Brasil ya abandonĂł su alianza parlamentaria con el presidente. Otros tres discuten seguir el mismo camino. Si mantiene su negativa a renunciar, pero tampoco logra reorganizar su base de apoyo, podrĂa abrir las puertas a un nuevo juicio polĂtico para destituir a un presidente.
Esta semana la Corte Suprema decidirá si la investigaciĂłn contra Temer sigue o no. Será un dĂa decisivo. Y no solo la posible complicidad para comprar el silencio de Cunha pesa en su contra. En la misma grabaciĂłn, Batista dice haber corrompido a dos jueces y un procurador en Brasilia para obstruir investigaciones contra su empresa. Temer, quien tiene la obligaciĂłn legal de reportar estos delitos, no lo cuestionĂł. Uno de sus asesores más cercanos tambiĂ©n fue grabado por la PolicĂa Federal recibiendo una maleta de dinero por un soborno.
La prĂłxima semana, el presidente tambiĂ©n será juzgado por acusaciones de donaciones ilegales para su campaña junto a Dilma en 2014. Hasta la semana pasada se esperaba que la mayorĂa de la corte lo salvara de perder la presidencia para evitar una nueva crisis polĂtica. Ahora Ă©l mismo es la crisis polĂtica y su salida por decisiĂłn de la corte electoral se vuelve una soluciĂłn posible.
Si la salida de Temer es confirmada, la constitución prevé una elección indirecta, con un nuevo presidente elegido por el parlamento. Con más de la mitad del parlamento involucrado en denuncias de corrupción, resolveremos la vacante en la presidencia, pero no la legitimidad del presidente.
El 12 de mayo, Temer cumpliĂł su primer año como el presidente más impopular de Brasil: tiene ocho por ciento de aprobaciĂłn, menos que Rousseff en la vĂspera del juicio polĂtico. Si logra sostenerse será porque ha convencido al mercado financiero de que su impopularidad puede ser un triunfo. Como no necesita rendir cuentas a una base popular, porque no la tiene, serĂa la persona ideal para aplicar el amargo ajuste econĂłmico necesario para que la economĂa vuelva a crecer. SegĂşn una encuesta de DataFolha, la mayorĂa de los brasileños cree que su reforma laboral beneficia más a los empresarios que a los trabajadores.
En abril se realizĂł el mayor paro nacional en dos dĂ©cadas y, el 1 de mayo, dĂa de los trabajadores, estuvo marcado por protestas. Pero el gobierno no escucha el grito de las calles. El audio de Temer produjo un nuevo grito, el de “Diretas Já” (“¡Elecciones directas ya!”), una consigna utilizada por la resistencia a la dictadura en los ochenta. Es difĂcil saber si el congreso modificará la constituciĂłn para convocar nuevas elecciones y tampoco hay un lĂder capaz de unir al paĂs en la escena polĂtica.
Cuando Rousseff dejĂł la presidencia escribĂ que muchos manifestantes reaccionaban ante ella como hinchas de fĂştbol. Estos fanáticos, vestidos con las camisetas verde y amarillo de la SelecciĂłn Nacional de Brasil, lograron fracturar al PT, pero el sistema polĂtico podrido siguiĂł en pie. La lecciĂłn que deberĂa quedar de la crisis es que solo la gente en las calles puede impedir un nuevo pacto entre la Ă©lite polĂtica. A estas alturas, es comprensible el fastidio con la polĂtica, pero sin una intensa participaciĂłn popular el paĂs seguirá sin salida.
fuente:nytimes.com
